Entradas

Mostrando entradas de mayo, 2012

Prólogo

Imagen
Ana Santonja Hace un tiempo vi el fondo. Entendiendo el fondo como un lugar desconocido, no sabes hacia donde caminar porque simplemente no sabes donde estas ni para donde vas, actúas por inercia, haces, piensas, sientes, dices y vives cosas que luego te hacen preguntarte: ¿Cómo es que esta pasando esto? No entendía lo que estaba sucediéndome, sin embargo, identificaba que algo no iba bien. Tenía y tengo todo lo que he pedido: una hermosa familia, estudios, viajes y a pesar de eso necesitaba poner mi energía en acontecimientos externos, es decir, mi atención estaba puesta en articular una serie de situaciones bizarras, surrealistas y que si se llegaban a concretar desmontarían por completo mi estructura cotidiana. Al verme hundida en el hueco, pedí ayuda para salir, simplemente pensé varios días: esto no está bien, no estoy bien, hay algo en mí que no esta funcionando de manera coherente, necesito revisarme. Al poner conciencia y la atención en esa afirmación, Dios o la e

Maurizio controla su esfínter y a sus papis

Imagen
El protagonista de esta historia es mi bichito de luz de dos años y siete meses, el príncipe azul que cada mañana me da un chute de energía, él bebe que se hace mayor y cada día me sorprende con sus anecdóticas salidas y entradas en su descubrimiento del mundo. Para la anécdota es importante destacar sus grandes pasiones: las motos, el tren, el chocolate y Mickey Mouse. Cada una de estas cosas de manera independiente, lo arrastran hacer cosas impensables. El jueves santo (5-4-12) le quitamos el pañal y desde ese día hasta hoy, es decir, mes y medio, mi hijo ya no sólo controla perfectamente su esfínter, también nos controla a nosotros. En el proceso hemos pasado por todos los estados que se pueden pasar, los primeros días se meaba encima siempre, no entendía lo del wáter, luego comenzó a pillarlo, sin embargo, si no lo llevaba un adulto al wáter, se meaba encima. La semana pasada fue la de rebeldía, se aguantaba horas y horas y horas, lo llevabas al wáter y lloraba, “pi