El Jamón fetiche
Marta Ramos- Jamona Cuando sonó el timbre, ambos sintieron un extraño escalofrió por el cuerpo. Eulalia abrió la puerta y le dio un beso a su desconocido padre. Después de la comida y la siesta, llegó la hora de la entrega de regalos: perfume, pañuelo, embutidos, quesos y una pierna entera del mejor Jamón Serrano de la península Ibérica. Vicente, el padre de Eulalia, colocó el Jamón en una práctica jamonera y comenzó la clase magistral de cómo debían cortarlo, taparlo y guardarlo. Eulalia aunque lo escuchaba se perdía en las emociones del momento. Pasaron las vacaciones, los viajes y Vicente regreso a España con su familia. El Jamón seguía intacto después de uno, dos y tres meses. Nadie (ni ella misma) era merecedor de probar el tesoro. El 25 de diciembre, la madre de Eulalia, cansada de pedirle con educación un poco del manjar a su hija. Le dijo chillando: “Termina de comerte el Jamón Electra” Molesta con las palabras de su madre, Eulalia decidió picar,