Prólogo
Ana Santonja
Hace un tiempo vi el fondo. Entendiendo el
fondo como un lugar desconocido, no sabes hacia donde caminar porque
simplemente no sabes donde estas ni para donde vas, actúas por inercia,
haces, piensas, sientes, dices y vives cosas que luego te hacen preguntarte:
¿Cómo es que esta pasando esto?
No entendía lo que estaba sucediéndome,
sin embargo, identificaba que algo no iba bien. Tenía y tengo todo lo que he
pedido: una hermosa familia, estudios, viajes y a pesar de eso necesitaba poner
mi energía en acontecimientos externos, es decir, mi atención estaba
puesta en articular una serie de situaciones bizarras, surrealistas y que si se
llegaban a concretar desmontarían por completo mi estructura cotidiana.
Al verme hundida en el hueco, pedí ayuda para salir,
simplemente pensé varios días: esto no está bien, no estoy bien, hay algo en mí
que no esta funcionando de manera coherente, necesito revisarme. Al poner
conciencia y la atención en esa afirmación, Dios o la energía del universo
escucharon y me mandaron a una persona muy especial (no era una evangélica de
las que toca la puerta), estaba en el lugar indicado en el momento menos
pensado, porque Dios es así, no pienses que te va a dar las cosas tal cual como
las pides, te las da, pero te hace pensar, sentir, experimentarlas. Lo
importante es que lo reconozcas, lo aceptes en su complejidad y le des las
gracias por la respuesta.
No puedo explicar
racionalmente como lo sabía, sin embargo, lo sabía, me había divorciado desde
hace mucho tiempo de mi conciencia divina y necesitaba ayuda para acercarme a
ella, re-conectar con mi ser, re-conocer a todas las personas que conviven en mi:
mente, ser, ego, cuerpo físico, emociones.
Y la energía divina apareció, las respuestas llegaron a través de esa
persona, en el parque, jugando con mi hijo, sin complicaciones, simplemente
pedí, y llegó. A partir de allí todo ha ido rápido, los cambios han sido constantes.
Descubrir, experimentar, sentir, algunas veces cuestionar y tratar de com-prender.
Aunque puedo afirmar que
cuando trato de comprender las cosas no fluyen como deberían. He descubierto un
camino hacia el descubrimiento de un don, porque se supone que tengo un Don y con
34 años no se cual es, he viajado, tengo una hermosa familia, y estudios, sin
embargo, no se cual es mi papel en el plano espiritual.
Como ya soy un poco mayor y
no tengo suficientes herramientas espirituales para descubrirlo he decidido
dejar fluir las cosas poniendo la atención en varios aspectos: “ser” consciente
de quien soy, de qué hago, como, lo que pienso, siento y vivo, practicar el
amor incondicional, trabajar en el desapego, identificar a mi ego y dejarlo
salir con conciencia. ¡No es fácil! pero tengo un camino y eso me hace muy
feliz.
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