Bilbao: crónica de un maravilloso paseo

Es difícil encontrar la esencia de un lugar en solo dos días de visita, pero las primeras impresiones determinan el mal o buen gusto en la boca que te puede dejar un lugar.

Mi alma nómada estaría completa si pudiera vivir 3 meses en cada sitio al que visito. Para así sentirlo, vivirlo y apropiarme por un instante de su espíritu sin caer en el hábito y la rutina que significa hechar raíces en un lugar.

Este fin de semana nos fuimos a Bilbao a disfrutar del concierto del grupo favorito de Andrés, Nada Surf. El grupete no es malo, pero nunca me llegaron a cautivar sus Cd’s y ahora que los he visto en vivo y directo, sólo puedo decir que les falta feeling, energía y carisma suficiente para llegar a conquistarme. El concierto fue emocionalmente frío y musicalmente perfecto.

Las 8 horas de autobús valieron la pena por la ciudad y su gente.

Improvisar no es malo, pero planificar tampoco. La visita estaba previamente delineada bajo este esquema:

Día 1: Recorrido andando por la ciudad, parques públicos y concierto

Día 2: Museos

Bilbao me ratifico que predisponerse ante los comentarios ajenos es señal de estrechez de mente y corazón. Escuche sin prestar mucha atención un montón de comentarios negativos antes de mi visita:

Llueve todo el día, hace mucho frío, la gente es cerrada, racista y antipática.

Yo no puedo borrar las impresiones y experiencias de los demás, pero ellos tampoco pueden opacar las mías.

Bilbao estaba resplandeciente este fin de semana. El sol del sábado la hizo brillar y sus colores salieron alborotando nuestros sentidos.

Una Ría verde esmeralda, repleta de peces gigantes. Arte por todas partes, en cada esquina, balcón, rincón, plaza, cada espacio esta presto para ser inundado por una obra de arte.

La ciudad esta enclavada en un valle, con una arquitectura súper europea, que combina lo moderno con lo antiguo, lo macro con lo micro, pero lo realmente exquisito son los detalles, en cada zoom de la mirada hay algo único, solo hay que fijarse en los balcones de madera, sus tallas, las celosías, cornisas, piezas decorativas en diferentes materiales, las maravillas logradas con el hierro forjado, suelos de flores. Y hasta tienen una Plaza Venezuela, con un busto de Bolívar rodeado de flores.

El Guggenheim es el broche final. El complemento turístico perfecto. Una joya única que brilla pero no opaca a su contexto.

Si tuviese que describir la ciudad en pocas palabras diría que es Arte, Verde, detalles y majestuosidad.

La gente es simpática, amable y bondadosa.

Las explicaciones de direcciones siempre fueron precisas y con sonrisas.

La noche del concierto salimos tarde, íbamos a coger el bus nocturno para ir hasta la casa, pero al subirnos la chofer nos explicó que ella no vendía el billete y que a esa hora era imposible comprarlo, una señora apareció de la nada y nos pasó con su billete, se paso de buena gente.

Le fui a comprar un café a Karlyn en el Bar cerca de su trabajo nuevo, ella me especifico que le pidiera el café en un vaso de plástico y eso fue lo que hice, pero el Sr. del Bar manifestó de forma súper simpática, que el café en vaso de plástico es lo peor, que él no iba a permitir que de su bar saliera un café en un vaso de plástico,

- ¿Para dónde es el café? (me pregunto),
- es para la chica de la tienda de aquí al lado (le dije),
- pues nada, que luego me traiga la taza y ya esta.
- Vale, vale, lo que Ud. Diga

Antes de irme le pedí asesoría turística a un chico que es de Bilbao, que no lo conozco de nada, simplemente suelo visitar su blog, no solo él me escribió en mi correo todo lo que tenia que visitar, donde comer, sino que también una de las personas que lo visitan a él me respondió.

Los Bilbainos son estupendos.