Los placeres de Baco
Lo confieso, soy adicto a las
conversaciones ajenas, sobre todo si las que conversan son mujeres, son un mundo
misterioso y oscuro que apasiona. Las encontré en el bar de un aeropuerto, eran
tres treintañeras preciosas, en su mesa había vino de Jerez y sus caras
delataban un aire de autosuficiencia, placer y felicidad. No pude resistirme, cogí
el periódico del bar como objeto de conveniente disimulo, en la barra le pedí
al camarero una copa de brandy, me senté dispuesto a coger el hilo de la
conversación. Debatían acerca de la
doble moral masculina y el hecho de que a ellas les gustará reunirse en torno a
los placeres del Dios Baco. Pensaban que a sus hombres les gustaba compartir
con ellas el alcohol, más no les agradaba el hecho de que ellas bebieran fuera
de los limites de protección de sus leones. Miraron el reloj y sin más, se
fueron. Me acerque al baño, entre al wáter y sin querer me encontré tocándome y
pensando en aquellas mujeres borrachas en una lúdica orgía. Al subir al avión,
me dio la bienvenida una de aquellas mujeres, las otras dos me explicaron el
protocolo de salida del avión en caso de emergencia.
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