Mi aventura con la Macrobiótica
1
Desde hace un año comencé hacerme vegetariana. Vi un
documental brutal “Quiereme encarnecidamente” y me dio tanto dolor ver lo que
la industria cárnica hace con los animales que me negué a seguir formando parte
de este cruel y anti-natural sistema. Sin embargo, mi marido y mi hijo siguen
comiendo proteínas animales, comen menos, pero comen.
Estos últimos meses he bajado un poco la auto-presión y he
venido comiendo cosas que no debería. Las razones: mucho trabajo y poco tiempo
para dedicarle a la cocina, extremado cansancio físico y una adicción
incontrolable hacia las harinas refinadas: pasta y pan principalmente.
Hace un mes más o menos, decidí que tenía que hacer algo con
mi vida y mi salud alimenticia. Estoy cada vez más gorda y cada día más
permisiva. Estaba casi segura que no estaba haciendo algo bien con el tema de
la alimentación vegetariana, en primer lugar porque me inicie instintivamente y
dejándome llevar por el sentido común, pocas lecturas y cero asesoramiento por
parte de profesionales.
En fin, en el trabajo, diseñamos un programa de charlas
informativas para el mes de Noviembre con los diferentes terapeutas que pasan
consulta en el Centro. La primera charla que se programó fue “casualmente”: “Introducción
a la Macrobiótica” con Lili Pallares. La charla estaba programada para el miércoles
6-11-2013, el lunes 4 comencé hacer la dieta del arroz rojo y el gomasio para
limpiarme un poco la sangre, ir a la charla de Macrobiótica e ir introduciendo
cambios en la alimentación.
La verdad es que sabía muy poco antes de la charla, tenía
algunas ideas como que la macrobiótica es un complejo estilo de vida, que no
consumen nada de lácteos, nada de huevos, nada de carne roja, ni aves, sólo
pescado blanco. Y eso me parece algo radical para el estilo de vida occidental.
Sin embargo estaba abierta, sobre todo porque Amparo, la
directora del centro me había dicho que Lili veía de una manera flexible la
forma de ir introduciendo la macrobiótica en la vida personal de cada individuo.
La charla fue un éxito, tanto para el Centro, por la cantidad
y calidad de los asistentes, la receptividad de los mismos, como por la terapeuta.
Lili es una chica maravillosa, con una luz impresionante, irradia una energía de
equilibrio y armonía indescriptibles.
Salí de la charla convencida que el camino era la macrobiótica,
decía sin parar: ¡Soy Macrobiótica, soy macrobiótica! ¡Yupi!
2
Lo tuve súper claro los primeros tres días. Tengo que
hacerme Macrobiótica. Es lo mejor para mi salud integral, voy adelgazar, la
piel se me va a poner bonita, voy a estar calientica en el invierno, me voy
alimentar con productos locales y de la estación, voy a estar vigorosa, con mucha
energía, va aumentar mi libido. En fin, todo era un mar de posibilidades y
positividades. Se lo dije a Amparo en nuestra siguiente reunión de trabajo: Voy
a reunir el dinero para ir a la consulta de Lili. Al día siguiente fui a Mon
Natural, la herboristería del pueblo y me compré un kilo de arroz integral. Lo
cociné y quedó muy rico.
A medida que pasaron los días comence a pensar en frío y se
me fue enfriando el ánimo, la mente se fue metiendo y con ella los muros, las
piedras y los baches aparecieron en el camino: No tengo dinero para ir a la
consulta personalizada, no tengo dinero para gastarme comprando tantos
productos chinos raros, no sé si me van a gustar esos productos que nunca he
probado, no voy a poder salir con mis amigas y amigos, ¿De verdad será tan
buena? La Macrobiótica parece una secta de frikis y perturbados por la salud.
La Macrobiótica es un estilo de vida que requiere excesiva voluntad y yo no
tengo tanta voluntad, ¡Ni siquiera pude terminar los 3 días de dieta con el
arroz rojo!
3
Hace tres días con el guarapo frío del tema de la macrobiótica,
me reuní como todas las semanas con Amparo y mi sorpresa fueron estas palabras:
he pedido para mañana hora con Lili, para ti y para mí, no te preocupes por el
dinero, ¿A qué hora te viene mejor?...Me quede flipada, se me iluminó la cara,
con la mirada y la sonrisa. Era una señal. Tenía que aceptarlo con todas las
consecuencias.
En medio de la felicidad y la excitación llegue a la
conclusión que la Macrobiótica tiene que entrar en mi vida, las razones
mentales ya todos las saben, pero creo que realmente las razones son más
trascendentales y a eso todavía no puedo darle un nombre. En estos casos lo
mejor es hacer caso y dejarse fluir, quitar a la mente del camino y abrirse a
todo lo bueno. El camino se ha estado abonando desde hace tiempo y aunque tengo
miedo, es el momento de sembrar con seguridad, amor y confianza este nuevo
cambio de paradigma.
Fui a la consulta expectante y con un poco de miedo. Lili
como siempre, una excelente profesional. Me hizo una serie de preguntas
personales vinculadas a la salud y la alimentación. Luego me fue tocando puntos
en las manos y los brazos para descubrir cuáles eran mis órganos vitales más
sensibles y a partir de allí construir una serie de rutinas para ir mejorando
la salud. Luego hablamos de la dieta, en base a un dossier que poco a poco
fuimos personalizando de acuerdo a mis necesidades particulares.
Al llegar a casa me leí por encima el dossier, todas las
recomendaciones, las recetas, los ingredientes que son buenos para mi, así fui filtrando cuales eran los ingredientes
principales que necesitaba para iniciarme en el camino de la Macrobiótica, cogí
un papel y los apunte.
Al día siguiente me fui a Mon Natural con mi lista y un
presupuesto de 50€ para ver hasta dónde podía llegar con el dinero y los
productos que tenía apuntados. ¿Cuál fue mi sorpresa? Pude comprar todo lo que
había apuntado: Dos tipos de Algas: la wakame y la kombu, Arroz Integral, Mijo,
sal marina sin refinar, Mugi Miso, Shoyu, curry, el té de 3 años, un aceite
esencial para revitalizarme, una legumbre que se llama Azukis y con eso ya
comienzo muy contenta mi aventura.
Comentarios