Maurizio controla su esfínter y a sus papis
El protagonista de esta
historia es mi bichito de luz de dos años y siete meses, el príncipe azul que
cada mañana me da un chute de energía, él bebe que se hace mayor y cada día me
sorprende con sus anecdóticas salidas y entradas en su descubrimiento del
mundo.
Para la anécdota es
importante destacar sus grandes pasiones: las motos, el tren, el chocolate y
Mickey Mouse. Cada una de estas cosas de manera independiente, lo arrastran
hacer cosas impensables.
El jueves santo (5-4-12) le
quitamos el pañal y desde ese día hasta hoy, es decir, mes y medio, mi hijo ya
no sólo controla perfectamente su esfínter, también nos controla a nosotros.
En el proceso hemos pasado
por todos los estados que se pueden pasar, los primeros días se meaba encima
siempre, no entendía lo del wáter, luego comenzó a pillarlo, sin embargo, si no
lo llevaba un adulto al wáter, se meaba encima. La semana pasada fue la de
rebeldía, se aguantaba horas y horas y horas, lo llevabas al wáter y lloraba, “pipiiiii
noooo, pipiiiii noooo”, lo bajabas y a los 5 minutos se hacia encima y esto fue
durante toda la semana, tanto en el cole como en casa. Este proceso es
desquiciante en ocasiones, y hace perder los nervios hasta al monje tibetano
mas pro de los yogis.
De la caca no hablo, porque
esa es otra historia, en mes y medio sólo ha hecho caca dos veces en el wáter y
para nosotros es un súper avance y estamos felices. Sin embargo, hacerse caca
encima implica que su madre y su maestra, quienes pasan con él la mayoría del
día tengan que pasar por la desagradable tarea de trabajar con ese material no
muy agradable a nuestros sentidos. Hasta mi padre, que nunca le limpio el culo
a sus hijos, le toco limpiarle la caca 3 o 4 veces a su nieto.
En fin, la historia de este
post viene porque después de pasar por la tétrica, agobiante y ansiosa semana
pasada, Maurizio ha comenzado a decir: “viene pipiiii” y eso suena a gloria,
han sido las dos palabras más esperadas por mis oídos en el último mes y medio.
Sin embargo, he comprendido también, que juega y manipula con su nuevo poder,
para él controlar su esfínter significa descontrolar emocionalmente a sus
padres y lo sabe hacer muy bien.
Ayer en la tarde teníamos que
salir a comprar un regalo para el cumpleaños de Zara, una compañerita de su
clase. Cuando se levantó de la siesta, se tomó su tradicional vasito de leche
tibia con Nesquik, lo llevé al baño, le lavé la cara y lo senté en el wáter, a
los dos segundos sale de su boca: “mamá pipi no, se fue pipi”, muy tranquila,
con los chackras alineados lo baje del wáter y le dije: “Ok cariño, no pasa
nada, cuando te venga el pipi me avisas, luego que hagas pipi, nos iremos a
comprarle un regalo a Zara en el tren”
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Clinck, clink, clink…palabra mágica “tren”
No había terminado de
subirle el pantalón a Maurizio cuando me estaba diciendo: “Mamá viene pipi,
viene pipi”
A los dos segundos de
sentarlo en el wáter dijo: “Mamáaaa Pipi”, ya había hecho pipi, y su siguiente
tarea era presionar: “Mamá vámonos, tren”
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